Sobreviviendo a un apocalipsis vírico. Diario de un desarrollador.

El mundo se está enfrentando a una pandemia por el archiconocido coronavirus. Soy desarrollador y padre de un niño de casi 3 años (los cumplirá en pleno apocalipsis). Durante el confinamiento por el COVID19 tanto mi esposa como yo trabajaremos desde casa.

O lo intentaremos.

Capítulo uno. El comienzo

Día 0. 10 de marzo. Martes

El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha decretado el cierre de guarderías, colegios y universidades desde el día 11 de marzo. Ha “permitido” un día de margen para organizarnos. En interactiv4 no supone ningún problema el teletrabajo. De hecho nos animan a trabajar desde casa en esta situación. Así que podremos trabajar quedándonos con los hijos.
En la calle la gente empieza a perder la cabeza y aborda los supermercados. Es especialmente llamativo que lo que primero desaparece es el papel higiénico.

Día 1. 11 de marzo. Miércoles

En casa mi pareja y yo decidimos intentar hacer la jornada turnándonos a ratos para estar con el niño. Empezamos a trabajar ella a las 6 y yo a las 7. Calculamos que acabaremos nuestras jornadas a las 23 horas. Nos entran sudores fríos y no es por el virus.
La abuela se ha llevado al niño a media mañana así que hemos podido trabajar simultáneamente y hemos terminado a una hora razonable (ella a las 17 y yo a las 19). Ni tan mal, ya que es aproximadamente cuando llegamos a casa en un día normal. Benditas abuelas.
Los supermercados parecen campos de batalla, no dan abasto a reponer las existencias.
Yo tengo que ir al centro de salud por una cita que ya tenía. Me aconsejan no salir de casa.
Al volver, después de lavarme cuidadosamente las manos y la cara (me siento sucio), sigo trabajando en el sprint del proyecto que me toca.

Día 2. 12 de marzo. Jueves

Hoy la abuela trabaja así que tenemos que estar con el niño todo el día. Se porta muy bien y nos permite trabajar simultáneamente bastantes ratos. El sprint no se resiente.
Interactiv4 ha decidido cerrar las oficinas y que el 100% del trabajo sea remoto.
Le echo la bronca a la abuela por ir a trabajar en transporte público.
En la calle están los parques infantiles repletos, los padres parece que están de vacaciones con ellos. Mucho ruido, muchas risas.
No es la primera vez ni la última que la gente me sorprende.

Día 3. 13 de marzo. Viernes

Nos quedamos con el niño hoy también. Los viernes trabajamos menos horas y será más fácil. 
Se implanta en la empresa la reunión diaria «good morning Vietnam». Más que una reunión de trabajo parecemos 50 amigos haciendo el payaso delante de la cámara, algunos ayudados por los hijos.
Cancelan la tarea del sprint que me quedaba, lo que relaja mi carga de trabajo y puedo dedicarme a terminar un artículo que estaba preparando para el blog de la empresa.
Empiezo a manifestar síntomas: dolor de garganta y fiebre. Tengo que dejar de trabajar relativamente pronto porque la fiebre no me deja pensar.
Me llaman del centro de salud porque tenía una cita que no era importante y retrasarla un mes. Me preguntan por cómo estoy y después de explicárselo es oficial: estoy en cuarentena.
El Gobierno de la nación anuncia que va a decretar el estado de alarma, pero sin establecer medidas hasta el día siguiente. Recomienda a la gente no salir de sus casas y sobre todo no salir de las zonas infectadas, como la Comunidad de Madrid. Conociendo a la gente me parece una fatal idea. La gente me demuestra otra vez que no me equivoco: Las carreteras que salen de Madrid se colapsan por la gente que “huye”.

Día 4. 14 de marzo. Sábado

Me encuentro mucho mejor. Me queda sólo un poco de tos y dolor de garganta. Si esto es el coronavirus los otros virus que he importado de la guardería este invierno le van a dar una paliza.
Como es sábado hemos podido dedicarnos a jugar con el niño y dedicarle más tiempo del que le hemos dedicado en la semana. Empieza a estar aburrido y pregunta por qué no podemos ir a la calle. Intento explicárselo pero obviamente no lo entiende. Como es tan bueno se resigna y se dedica a jugar con sus juguetes.
Empieza a haber silencio en la calle. Los padres vecinos empiezan a tomarse las recomendaciones en serio.
Es el día de la campaña #yomequedoencasa, pero mientras el país espera las medidas definitivas del estado de alarma las noticias siguen sorprendiendo: Aglomeraciones en la sierra de Madrid. La gente sigue pensando que estamos de vacaciones. Supermercados arrasados. Me pregunto cuántas batallas campales surgirán por la posesión de un paquete de papel higiénico. ¿Se formarán facciones armadas divididas por marcas? ¿Protegerá el ejército la fábrica de Scottex™?
Finalmente a eso de las 21 llega el anuncio con las medidas del estado de alarma. Entre muchas medidas está la prohibición de salir de casa excepto para unas pocas razones.
 
En estos días la gente no ha dejado de sorprenderme. Para mal, por el egoísmo y la falta de responsabilidad. Pero también para bien, por una noticia que he oído hoy: bancos de sangre anunciando que no necesitan más donaciones. También a las 22 la gente ha salido a las terrazas y ventanas a aplaudir en homenaje al personal sanitario. Había pocas ventanas vacías.
Esto acaba de empezar. Menos mal que las peluquerías seguirán dando servicio.

Capítulo dos. La batalla del papel

Día 5. 15 de marzo. Domingo

Mis síntomas siguen igual: un poco de tos y dolor de garganta. Anoche tuve unas décimas de febrícula, pero me encuentro bien.
Salgo a la terraza con el niño a cuidar las plantas mínimamente. Demuestra un absoluto desinterés por lo que estoy haciendo.
Me sorprende el silencio casi absoluto de la calle, sólo roto por algún coche y alguna sirena de vez en cuando.
Nuestro jefe nos cuenta que ha tenido que pelearse por un paquete de papel higiénico en el supermercado con un señor que pretendía llevarse todos los que había. ¿En la era post-virus será el papel la moneda de cambio?
La gente vuelve a homenajear al personal sanitario desde sus ventanas.
Por nuestra calle veo patrullar ya la Unidad Militar de Emergencias, y la policía ha mandado a sus casas a varias personas.

Día 6. 16 de marzo. Lunes

Al ser lunes se ve más movimiento por la ventana. La gente que puede se dirige a sus trabajos. Después del silencio y quietud casi mortal del domingo se agradece ver algo de vida.
La reunión de Good morning Vietnam de hoy se va haciendo por turnos rápidamente. Mucho más ágil pero pierde el encanto de la última vez. Nos decimos que el viernes tendremos unas cañas por videoconferencia. Lástima que el niño no me vaya a dejar.
Consigo hacer la tarea que quería terminar hoy, pero me ha costado concentrarme. Me preocupa que esté ya en esa situación tan pronto. Espero que sea algo pasajero.
El país intenta adaptarse a la situación, con poco éxito. Ha habido aglomeraciones en el transporte público esta mañana, y esta tarde han decidido cerrar las fronteras terrestres.
Se ha vuelto a salir a los balcones a aplaudir al personal sanitario.
Empiezo a pensar en hacerme con algo de armamento para cuando empiece de verdad la guerra del papel higiénico.

Día 7. 17 de marzo. Martes

Los síntomas van y vienen. Curiosamente he perdido el olfato completamente, sin tener congestión. No son nada preocupantes más allá de la incertidumbre de si es el covid19 o no.
El niño requiere cada vez más atención seguramente por aburrimiento, le cuesta mucho jugar él solo, lo que hace que la atención en el trabajo se resienta.
La llamada “Good morning vietnam” empieza a adquirir eficacia y disciplina militar. Cada uno va entrando por turnos y reporta en menos de un minuto. Esta disciplina ayudará en la guerra del papel.
Ayer estaba en manga corta en casa. Hoy ha nevado esta mañana durante unos minutos. Al menos ha variado la vista desde la ventana.
El país sigue aprobando medidas de urgencia, tantas que cuesta seguirles la pista. Y mucho más encontrarles el sentido a todas.

Día 8. 18 de marzo. Miércoles

El niño ha tenido una pequeña crisis. Ha estado una hora llorando gritando que quería ir a la calle. Finalmente le he convencido de que nos teníamos que quedar en casa porque en la calle hay unos bichitos que hacen que nos pongamos malos. Mucho estábamos tardando en una crisis de este tipo.
Mi pareja ha ido a hacer la compra (yo teóricamente sigo en cuarentena) y ha podido abastecerse. Ya tenemos papel higiénico. Tardaremos una semana más en ir a la guerra.

Día 9. 19 de marzo. Jueves

No hemos dormido bien. Mi mujer se quedó trabajando hasta las 3 y el niño ha estado inquieto.
Yo empiezo en otro proyecto reemplazando a otro desarrollador durante unos días.
Nos resulta imposible trabajar todas las horas hoy.
Han ingresado a mi tío por coronavirus. Han tardado más de 24 horas en dar algo de información y hacerle llegar su móvil. Está en la sección de cuidados leves, así que ni tan mal.
Yo he recuperado el olfato ya.

Día 10. 20 de marzo. Viernes

La llamada Good Morning Vietnam se está normalizando como una sesión de buenos días común.
Han dado de alta a mi tío, la prueba del coronavirus ha dado negativa, así que a casa.
A eso de las 8 se han convocado unas cañas virtuales pero yo no he podido asistir, por mucho que me haya apetecido.

Día 11. 21 de marzo. Sábado

Vuelve a hacerse el silencio y el vacío en la calle.
El niño empieza a estar aburrido e irritable.
Hay rumores de que el estado de alarma se va a alargar otros 15 días.

Capítulo tres. La batalla de las patatas

Día 12. 22 de marzo. Domingo

Se hace oficial que tendremos otros 15 días de estado de alarma, pero no se anuncian medidas adicionales.
Los aplausos de homenaje de las 20 se ha convertido en una mezcla de música de discoteca y luces de navidad con gritos y canciones.
No conseguimos que el niño se enganche con ninguna película, se aburre.
Vemos en las noticias que lo que ahora escasea en los supermercados son los aperitivos y la cerveza. Nos estamos convirtiendo en Homer Simpson.

Día 13. 23 de marzo. Lunes

Cada día se hace más difícil entretener al niño y compatibilizar con el trabajo. Ninguno de los dos llegamos a las horas.
Los medios ya tienen un nuevo “villano”. La gente que se salta la cuarentena para hacer deporte o cualquier otra cosa injustificada.

Día 14. 24 de marzo. Martes

Las cifras de infectados y sobre todo de fallecidos asustan.
Se me rompe una muela. Perfecto en esta situación de no poder ir a que me la arreglen. Mi humor se ve afectado para todo el día.

Día 15. 25 de marzo. Miércoles

Hoy era el último día previsto inicialmente de cierre de guarderías. Sin embargo aún está lejos la luz al final del túnel.
Es el cumpleaños del niño. Le hemos llenado la casa de globos, le hemos hecho un bizcocho con forma de “3” y le hemos dado sus regalos. Quiere que los abuelos le canten el cumpleaños feliz.

Día 16. 26 de marzo. Jueves

Cuesta diferenciar los días. El niño pregunta si hoy también es su cumpleaños.

Día 17. 27 de marzo. Viernes

Las cifras siguen aumentando, si hay cambio de tendencia es sólo en el porcentaje de aumento.
Hoy no parece haber cañas telemáticas.

Día 18. 28 de marzo. Sábado

Anuncian un endurecimiento en el aislamiento a partir del lunes. Pero sin medidas concretas, que irán definiendo en los siguientes días.

Día 19. 29 de marzo. Domingo

El niño empieza a hacer patente el aburrimiento. Su actitud jugando está cambiando. Está más arisco y gruñón.
Me sorprende el movimiento que hay en la calle para ser domingo. Hace mejor tiempo y el aislamiento va a ser más duro desde mañana, así que supongo que la gente decide arriesgarse y salir a tomar el aire.

Día 20. 30 de marzo. Lunes

Primer día de cierre más agresivo de empresas. Estamos pendientes de los clientes. De momento parece que pocos van a cerrar, ya que el comercio electrónico forma parte de las actividades “básicas” permitidas.
El niño está aburrido y apagado. Intentamos entretenerle lo mejor que podemos.

Día 21. 31 de marzo. Martes

Preparamos una lista para ir a hacer la compra mañana. Nos asustamos de todo lo que hay que coger. Pienso en cuál será el armamento adecuado para la batalla. Quizá lo más fácil sea contratar al Equipo A.
Dicen que se empieza a aplanar la curva de contagios/muertes, pero sigue aumentando.
He dejado de aplaudir en la terraza a las 20 porque se ha convertido en un duelo por ver quién pone la música más alta y ya no se parece en nada a un homenaje.

Día 22. 1 de abril. Miércoles

Hoy el niño se ha despertado a las 5 gritando y no se ha dormido hasta las 9. Va a ser un día duro.
La conexión a internet falla continuamente. Y tenemos dos redes de fibra separadas.
Día de compra. Casi 3 horas en ella, ya que mi mujer le hace la compra a su padre y a su hermana. Luego hay que sumar el proceso de desinfección al llegar a casa, claro.
Otro día que hace imposible llegar a las horas de trabajo.

Capítulo cuatro. La batalla de la harina.

Día 23. 2 de abril. Jueves

Mi sonido de despertador es el despertador del día de la marmota. No sé si cambiarlo a “One day more” de los miserables. De momento lo dejo, ahora es más adecuado que nunca lo del día de la marmota.
Parece que los artículos en carestía ahora son la harina y la levadura. A todos nos ha dado por la repostería ahora. De Homer Simpson pasamos a Marge Simpson.

Día 24. 3 de abril. Viernes

Otro día más. Al menos es viernes.
Tenemos problemas mi pareja y yo con las reuniones, son simultáneas así que alguno se reune con el niño en brazos. Le está cogiendo el gusto a ver a nuestros amiguitos por la pantalla.
He podido recuperar algunas horas de las perdidas en la semana.

Día 25. 4 de abril. Sábado

El niño nos ha dejado dormir algo más. Además hace mejor tiempo y podemos salir algún rato a la terraza. El niño se sube en la moto que guardamos en la terraza y se recorre los 3 metros multitud de veces en ella.
Empezamos la limpieza semanal.

Día 26. 5 de abril. Domingo

El niño nos ha dejado dormir hoy también. Intentamos avanzar en quitarle el pañal, pero no tenemos éxito. Eso provoca que esté malhumorado.
Es Domingo de Ramos y recuerdo alguna fiesta de este día en la época universitaria. Nada que ver con la religión, claro.

Día 27. 6 de abril. Lunes

Lunes. Esta semana será corta, y tengo un par de tareas interesantes para abordar estos días.
Hemos conseguido trabajar las horas, incluso asistir a todas las reuniones. A costa del niño que está aburrido.

Día 28. 7 de abril. Martes

Hoy mi pareja tiene vacaciones así que en principio será más fácil de gestionar todo.
El niño le ha cogido gusto a hacer carreras con la moto en los 3 metros de la terraza. Las plantas tienen miedo.
Pensando en la obligatoriedad de llevar mascarillas incluso cuando acabe el estado de alarma, empiezo a imaginar un futuro cercano en el que todos llevaremos una, con diseños diferentes. Dejará por tanto de estar de moda la barba. ¿Nos sentiremos desnudos cuando nos descubramos la boca para beber? ¿Se considerará indecente llevar la boca a la vista?

Día 29. 8 de abril. Miércoles

Hoy el niño ha madrugado. A las 7 todos arriba a jugar.
Día de compra. La batalla puede ser dura. Decidimos que es mejor ir a primera hora para elegir el terreno en el campo de batalla y posicionarnos en los puntos clave. Empezaremos por los productos frescos que será lo que dicte la victoria del día. No conseguimos levadura, al menos teníamos harina antes.
Reunión de toda la empresa para un pequeño resumen del trimestre. Parece que ha ido bien, y que hemos respondido bien al aislamiento en cuanto a productividad.

Día 30. 9 de abril. Jueves

Jueves Santo. No trabajamos.
Han venido a solucionar un problema con una de las líneas de Internet: cada hora, en el minuto 54 se corta la conexión durante unos minutos. Aparte de ser frustrante es un problema en subidas de ficheros grandes. Nos sentimos expuestos y cuando se va hacemos una desinfección completa.
Para nada porque en el siguiente minuto 54 se vuelve a cortar la conexión.
El niño está hiperactivo y le cuesta mantener la atención en nada. Se acuesta temprano.
Conseguimos ver una película. Tenemos que anotarlo en el calendario.

Día 31. 10 de abril. Viernes

Viernes Santo. Mi esposa hace torrijas. El mejor acompañamiento para un gimnasio cerrado.
Compruebo que la última planta que transplanté está arraigando bien. Bravo, hacía mucho que no lo conseguía. Quizá el secreto es no dejarlas morir de sed.

Día 32. 11 de abril. Sábado

El niño está aburrido y pide bajar al parque. Dice que anda rápido para que no le pillen los virus.
Dedicamos el día a jugar con él.

Día 33. 12 de abril. Domingo

Último día de Semana Santa. No sé cómo se las arreglan los vecinos para tirar petardos para celebrar el Domingo de Resurrección. ¿Tendrán un almacén de supervivencia con cientos de petardos para casos de apocalipsis? ¿Amazon considerará los petardos como envío de primera necesidad?

Capítulo cinco. La batalla de los ascensores

Día 34. 13 de abril. Lunes

De vuelta al tajo. Madrugar para intentar trabajar algo antes de que se despierte el niño.
Hoy vuelven al trabajo también sectores no básicos que se habían interrumpido durante 15 días. Ya da miedo pensar en qué consecuencias podrá tener esto dentro de dos semanas.
El niño ha descubierto la realidad virtual. Se ha enganchado a ver vídeos 360 con las gafas. Mira alrededor y dice que está en la calle.
Las redes sociales y las noticias empiezan a llenarse de imágenes de carteles pegados en los portales “pidiendo” a los trabajadores sanitarios y de supermercados que se busquen otro sitio para vivir hasta que acabe la pandemia. Tan absoluta falta de empatía y respeto es blanco fácil para las campañas de concienciación.

Día 35. 14 de abril. Martes

Hoy se ha levantado el niño a las 5’30. Mal empezamos. Hago varios intentos de dormirle a lo largo de la mañana. Sin éxito. Finalmente se duerme a las 14, aprovechamos las 3 horas que aguanta para trabajar.
Lo primero que pide al despertar es “ver la calle con las gafas”. Igual no ha sido buena idea adentrarle en la realidad virtual.

Día 36. 15 de abril. Miércoles

Hoy se ha despertado el niño a las 7. No he conseguido trabajar ni 10 minutos antes. Menos mal que podemos recuperar cuando duerme la siesta.

Día 37. 16 de abril. Jueves

Las rutinas del niño empiezan a no serlo: son impredecibles. A pesar de haberse dormido pasada la medianoche, se levanta a las 7’30. Conseguimos recuperar trabajo en su siesta pero habrá que comprobar si es algo excepcional o se está haciendo a ese horario ahora.
La muela rota está incordiando. No llega a ser doloroso pero sí molesto. No sé si esto se consideraría urgencia, ni siquiera sé si mi dentista estará dando servicio. Pero no me decido porque no se me ocurren sitios en los que se esté más expuesto al virus que en el dentista. Bueno, sí, el transporte público.

Día 38. 17 de abril. Viernes

Otro viernes más.
Día de compra. Hoy ha costado 3 horas y la gente no respeta las distancias. Una inversión desmesurada en tiempo, riesgo y enfado. Pero como la compra online no da tiempos razonables (ni aseguran enviar todo lo pedido) no hay más opciones.

Día 39. 18 de abril. Sábado

Hoy me he despertado con migraña. Siempre elijo los fines de semana para ponerme enfermo de lo que sea. Hay cosas que no cambian con el confinamiento.
Tienen intención de en pocos días liberar a los niños exactamente “un rato” al día. Me encanta la precisión con que se gestiona todo. Tengo sentimientos encontrados respecto a esa decisión. Por un lado estamos todos deseando salir, pero no sé si será seguro aún.

Día 40. 19 de abril. Domingo

El niño ha dormido algo más, por tanto nosotros también. 
Día de limpieza, así que nos turnamos para limpiar y para estar con el niño.

Día 41. 20 de abril. Lunes

Ya es lunes otra vez.
Según el Presidente, ésta será la última semana que no podremos salir con el niño a la calle un rato. Si es que nos atrevemos.
Hoy el niño está muy tranquilo. Tanto que podemos trabajar simultáneamente y yo incluso hago horas de más.

Día 42. 21 de abril. Martes

Hoy el niño ha hecho el intento de levantarse varias veces pero ha vuelto a dormirse hasta casi media mañana. El aburrimiento le está haciendo mella ya. Porque hacía mucho tiempo que no estábamos tanto seguido sin catarros o virus de guardería, así que no creemos que esté cogiendo nada.

Día 43. 22 de abril. Miércoles

Otro día más.

Día 44. 23 de abril. Jueves

Hoy es el día del libro. No hay más remedio que echar un vistazo a las bibliotecas virtuales a ver si hay algo interesante.
El día se convierte en una locura para compaginar los trabajos, ya que ambos tenemos urgencias y el niño no consigue entretenerse solo.

Día 45. 24 de abril. Viernes

Viernes al fin. Esta semana ha sido dura para compaginar trabajo y niño. Hoy yo estaré más tranquilo, creo que podré liberar un poco a mi mujer que sigue teniendo entregas hoy.

Capítulo seis. La batalla de los niños.

Día 46. 25 de abril. Sábado

Dedicamos el día a estar con el niño y pensar si mañana saldremos o no.
Por la noche conseguimos ver unos capítulos de una serie. Probamos con “Esta mierda me supera”. El título nos llama (no voy a analizar por qué), y sorprendentemente la serie pinta bien. Qué lástima que sea bastante corta.

Día 47. 26 de abril. Domingo

Hoy es el día en que podemos liberar al niño. Le preguntamos durante el desayuno y se emociona, así que toca salir de casa. Mi mujer sale con él y vuelve al cabo de poco más de media hora. El niño estaba cansado, ha pedido que le cogiera en brazos casi la mitad del camino. Pero se ha portado muy bien, y no ha tocado nada de lo que le hemos dicho que no podía tocar. Está contento y animado. Prueba superada.
Por la ventana la calle ya se ve con algo de gente y niños corriendo o en bici. Es curioso cómo anima cuando vuelve algo que normalmente pasa desapercibido.

Día 48. 27 de abril. Lunes

Día de compra. A pesar de que ha ido mejor que otras veces, invertimos ambos casi 3 horas que va a ser imposible recuperar. Sorprende la nueva relajación de la gente. Ya no se mantiene la distancia ni se percibe el silencio sepulcral que había antes.

Día 49. 28 de abril. Martes

Se anuncia el plan de «desescalada», la palabra de moda. A pesar de que va a ser muy larga, anima tener fechas más o menos concretas. Sin embargo no han definido cuándo se podrá ver a los abuelos. ¿Cuánto podremos retenerlos?

Día 50. 29 de abril. Miércoles

Otro miércoles. Mucho trabajo, pero consigo hacer las horas correspondientes al día. Es algo para reseñar últimamente.
Intento evitar la política, aunque es difícil en estos días que nos afecta tan directamente. Así que acabo de mal humor. Es el efecto que tiene en mí la política.

Día 51. 30 de abril. Jueves

Juernes.

Día 52. 1 de mayo. Viernes

Día del trabajador. Para celebrarlo voy a trabajar un poco ya que hay una entrega importante el martes.

Capítulo siete. La batalla de los corredores.

Día 53. 2 de mayo. Sábado

Hoy es el día en que empiezan a liberarse para pasear o hacer deporte individual por tramos horarios.
Nunca he visto tanta gente por la ventana sin ser fiestas. De hecho en mi localidad hoy debería haber feria, y parece que la hubiera.
Ver tanta gente me hace preguntarme la efectividad de acotar las salidas por tramos horarios, si lo que se quiere es evitar aglomeraciones.
Al menos el horario infantil está bastante más despejado.

Día 54. 3 de mayo. Domingo

 
Hoy es el día de la madre. Naturalmente, el regalo que pedí no ha llegado. Me pregunto si dirán que no había nadie en casa. ¿Tendrán otra excusa oficial para la época del confinamiento?

Día 55. 4 de mayo. Lunes

Feliz día de Star Wars.
Nadie de mi familia se atrevió a salir ayer con tanta gente y tan poco respeto en la calle. Hoy probablemente tampoco saldremos, viendo lo que se ve por la ventana.
¿Estaremos adquiriendo agorafobia?

Día 56. 5 de mayo. Martes

Hoy tenemos un despliegue a producción importante, así que estaré todo el día pendiente por si hace falta apoyo.
Sí ha habido alguna reunión y algún fuego que apagar con el niño en brazos.

Día 57. 6 de mayo. Miércoles

Jornada de trabajo más relajado, he podido terminar algunas tareas que tenía pendientes.
El niño no quiere salir a la calle. No sabemos si es por pereza o por miedo. Yo me inclino por lo primero, se está adaptando demasiado bien al confinamiento.
Día de compra. Sigue sin haber levadura ni harina. Ni por supuesto guantes. Se han centrado todas las alertas en la escasez de mascarillas pero nadie menciona los guantes.

Día 58. 7 de mayo. Jueves

Otro día más. Algún pequeño fuego en el trabajo, controlado.

Día 59. 8 de mayo. Viernes

Hoy ha sido complicado compaginar reuniones de ambos. A alguna hemos tenido que faltar.
Han denegado a nuestra Comunidad avanzar de fase de “desescalada”. Era previsible, pero da rabia ver otras 2 semanas en el horizonte sin poder reunirnos con nuestras familias y amigos.

Día 60. 9 de mayo. Sábado

Me animo a salir a dar una pequeña vuelta con el niño. Me enfado por la cantidad de gente y el ningún respeto a la distancia que hay. Decido seguir evitando las salidas todo lo posible.

Día 61. 10 de mayo. Domingo

Me deprimo cuando oigo al niño canturrear la canción que se ha elegido como himno del confinamiento y que he llegado a odiar a base de oírla a todas horas.

Día 62. 11 de mayo. Lunes

Algunas regiones del país han cambiado de fase ya y son un poquito más libres. En el mundo se contempla con asombro cómo abrimos antes los bares que los colegios. Así somos.

Día 63. 12 de mayo. Martes

Hoy vuelve a ser una locura compaginar reuniones de ambos, urgencias varias y niño.
En cuanto el niño se duerme caemos rendidos con él y nos cuesta levantarnos… para acostarnos otra vez.

Día 64. 13 de mayo. Miércoles

Otro día. Más reuniones imposibles de compaginar.

Día 65. 14 de mayo. Jueves

Día de compra. Más batallas en el súper. Sigue sin haber levadura.

Día 66. 15 de mayo. Viernes

Festivo. En casa.
Nuestra comunidad no avanza de fase en la “desescalada”. Otra semana más sin ver a la familia. No puedo evitar frustrarme.

Día 67. 16 de mayo. Sábado

Nos animamos a cortarle el pelo al niño. No queda tan mal el resultado. El que aún no sepa quejarse de eso ayuda.

Día 68. 17 de mayo. Domingo

Hoy tengo el día apático. No tengo ganas de hacer nada. Tarde de sofá y jugar con el niño.
Empieza a jugar a hacerse mascarillas con toallitas.

Día 69. 18 de mayo. Lunes

Vuelta al trabajo. Compaginar reuniones. De repente se me acumula un montón de tareas de varios proyectos distintos, y me agobio.
El niño está irritable y se enfada por todo. Empiezo a pensar que se lo contagio aunque intento que no se me note.
No ha sido buen comienzo de semana.

Día 70. 19 de mayo. Martes

Varias reuniones de ambos, no sabemos cómo encajar los horarios. Lo hacemos malamente, con el niño gritándonos a alguno de los dos.

Día 71. 20 de mayo. Miércoles

El niño decide dormir como si no hubiera un mañana. A las 10:30 le despertamos para evitar trasnochar. Hasta entonces tenemos varias reuniones silenciosas.

Día 72. 21 de mayo. Jueves

Juernes.
Día complicado de trabajo. Mi cabeza además no acompaña, no soy capaz de concentrarme. El calor me empieza a afectar.

Día 73. 22 de mayo. Viernes

Día libre regalado por la empresa. Así puedo estar con el niño sin la presión de tener que trabajar.
Salimos a dar un paseo a la hora más temprana permitida: las 12. El calor puede con nosotros y el niño llega a casa con una pájara en toda regla, necesita un rato para reanimarse.
La noticia del día es que el lunes pasamos a fase 1, y podremos organizarnos para ver a los familiares y amigos.

Día 74. 23 de mayo. Sábado

El niño no quiere salir hoy. Recuerda que ayer no lo pasó muy bien y no quiere volver. Hoy hace más calor aún así que no le obligamos.

Día 75. 24 de mayo. Domingo

Damos un paseo a las 12 del mediodía. No hace tanto calor y es soportable.
Seguimos con nuestros viajes diarios: hoy vamos a Japón y USA. Cuando conseguimos cambiar los super-wings por el telediario aterrizamos en la dura realidad.

Día 76. 25 de mayo. Lunes

Día del orgullo friki. No tengo ganas de muchas celebraciones. 
Ya estamos oficialmente en fase 1. Eso es algo que sí se puede celebrar. De todas formas tenemos que organizarnos muy bien para poder ver a los abuelos con ciertas precauciones, y preferiblemente en espacios abiertos.
Tenemos que hacer las solicitudes del colegio del niño. Como no hay jornadas de puertas abiertas, tenemos que decidirnos a ciegas. No ayuda a mejorar el humor.

Día 77. 26 de mayo. Martes

Hoy hemos decidido que podemos ver a la abuela. Oficialmente se permiten reuniones en casas hasta diez personas manteniendo las distancias, pero de momento nos parece más seguro quedar en la calle.
El niño disfruta como un enano jugando con su abuela y sus tíos. Les echaba de menos. Quiere irse a su casa con ellos.
Nos ha alegrado mucho verle tan contento. Parece que ahora sí empieza la “desescalada”.
Aún queda mucho pero lo importante parece que lo hemos conseguido.
Y lo que le preocupa al país también empieza a funcionar. Los bares. Y el fútbol. Eso sí, de los plazos y formas de cómo van a abrir colegios y guarderías, no hay noticia ni se la espera.

Capítulo ocho. La desescalada.

Día 88. 6 de junio. Sábado

Llevamos varios días viendo a los abuelos en los paseos aunque seguimos manteniendo las distancias. Así que nos atrevemos a ir a casa del abuelo, aunque con mascarilla y manteniendo las distancias.

Día 90. 8 de junio. Lunes

Comenzamos en fase 2. Ya no hay horarios excepto unas franjas reservadas para mayores de 75 años. Nosotros realmente no lo notamos porque seguimos haciendo los paseos a las mismas horas. Se nota menos cantidad de gente, lo que confirma mi sospecha de que no era muy práctico limitar las horas para evitar aglomeraciones.

Día 93. 11 de junio. Jueves

Por fin empiezan a hablar de planes para el comienzo del colegio. Supongo que ahora que los bares y el fútbol están más cubiertos podemos pasar a cosas menos importantes.

Día 95. 13 de junio. Sábado

Nos atrevemos a ir a visitar a la abuela a su casa. Mantenemos las distancias y no comemos allí. El niño disfruta un montón jugando con sus tíos.

Día 102. 20 de junio. Sábado

Hoy nos animamos y nos quedamos a comer en casa de la abuela, para que el niño tenga más tiempo para jugar.

Día 104. 22 de junio. Lunes

Empieza la «nueva normalidad». Se acabó el confinamiento. Hemos tenido un estado de alarma que ha durado 99 días, aunque nosotros hemos estado más días con medidas excepcionales.
Se respira relajación en el ambiente, tanto en los ánimos como en el respeto a las nuevas normas (mascarilla, distancia social…).
En mi comunidad han decidido abrir la piscina, a pesar de que todos sabemos que la gente no va a cumplir con las nuevas medidas.
Comienza el verano.

Epílogo

A algunos nos sorprende que en lo que se centran las especificaciones de desescalada y nueva normalidad es el tema de los bares y restaurantes, y en cambio no hay ninguna prisa para los colegios y guarderías.
También se ve que a medida que se relaja el estado de alarma, la crispación política aumenta. Era predecible en una situación en la que hay que tener algún equilibrio entre priorizar la sanidad o evitar una catástrofe económica, con una clase política que en general no da la talla y una ciudadanía poco cautelosa. 
Nos preguntamos si habrá una nueva oleada, y si habremos aprendido algo de este confinamiento. Viendo las noticias diarias, algunos lo dudamos. Ya empieza a haber rebrotes, causados por la relajación en las medidas (o en el cumplimiento de las mismas).


Me he quitado la barba porque tenía la piel irritada gracias a la mascarilla. Ya vaticiné al principio que la barba dejaría de estar de moda gracias a la mascarilla. Predicaré con el ejemplo. Unos días al menos.
Como parte positiva, hemos disfrutado mucho el tiempo con el niño, que nunca ha sido tanto seguido. Una vez que te acostumbras al estrés de cumplir las horas de trabajo, y superada la frustración por la incertidumbre inicial, el estar con el niño no tiene precio.


También espero que algunas cosas hayan venido para quedarse, o al menos para romper esquemas de «esto no se puede hacer». Como el teletrabajo de forma cotidiana en puestos en los que antes era impensable, las consultas médicas telemáticas. Y el comercio electrónico para público antes reticente, claro, por la cuenta que nos trae.
Saldremos con miedo al contacto, a los ascensores, a las puertas. Miraremos con suspicacia a aquellos con quien nos cruzamos. Habrá discusiones por no llevar mascarilla cuando se debe. Pero saldremos.
Como dice la canción, nos vemos en los bares.